jueves, 31 de enero de 2013

El extranjero.

Una de las razones por las que me gusta vivir aquí es porque llego a integrarme en la vida diaria del lugar. Pero, para eso, es siempre necesario un poquito de tiempo y muchas veces es un proceso del que casi apenas te das cuenta y te va atrapando poco a poco hasta que llega el día en el que ves que has cambiado algunas de tus costumbres y has acabado haciendo cosas que antes no hacías cosas que incluso al principio criticabas.

Últimamente tengo la sensación de que llevo mucho tiempo en esta ciudad, de que en cierta manera casi me estoy familiarizando con sus costumbres, no sé si es porque estoy agotada por el ritmo de la escuela, del frió y de la lluvia que parece no querer desaparecer ni durante el verano, pero he estado pensando en mi comportamiento y en las cosas que este lugar me ha hecho cambiar, y a veces no para bien.

Por eso escribo una lista de las cosas que me hacen pensar, día a día, que ya llevo demasiado tiempo aquí.

  • Que la gente en la calle me tome por alguien que vive aquí y que me pregunte por direcciones o por la parada del metro mas cercana, y lo peor de todo es que la mayoría de las veces soy capaz de darlas. Eso me lleva a pensar que debo dar la imagen de alguien que estudia y vive aquí y esa imagen la debo dar porque siempre voy vestida de colores oscuros a cualquier lugar, y con la misma cara de indiferencia con la que viaja todo el mundo cuando se dirige a cualquier parte.
  • Que tenga mis lugares preferidos para comprar, llegar sin antes no haberme perdido, incluso conocer cuales son los precios y que es lo que me voy a encontrar en cada sitio.
  • Que acabe hablando español con interferencias del ingles, lo que es bastante malo si ademas tienes que hablar en diferentes lugares los dos. Hay palabras que por la razón que sea las utilizo mas o sólo aquí. 
  • La libertad en las personas, lo fácil que es para ellas expresarse, de las que ven la vida de una manera tan positiva que incluso llegas a tener un poco de envidia.
  • Que ningún precio me sorprenda ya, por muy alto que sea.
  • La manera de estudiar aquí, tan difícil y a la vez tan sencilla, al menos los alumnos tratamos de hacerla sencilla, ya que esto es un tormento. Un tormento sin contar los desayunos, aunque odie la comida de aquí me gusta desayunar. Los desayunos regalados, o al menos en la pequeña cuota que le llega a tus padres de la escuela no cuentan el precio del almuerzo.
  • Que me digan un código postal, de esos con cifras y letras que tienen aquí, y que sepa mas o menos por donde esta. Lo mismo si me dicen un barrio, aunque alguna que otra vez algunos nombres sigan sonándome a chino.
  • Que pida perdón por todo, aunque no sea culpa mía, y que al volver a México acabe pidiendo las cosas de una manera tan formal que la gente se me quede mirando con cara de a ésta qué le pasa.
  • Que haya aprendido que tengo que salir de casa vestida con mas capas que una cebolla porque afuera probablemente me congele.
  • Que, por primera vez en mi vida, confié en las predicciones meteorológicas para vestirme al día siguiente y que acabe mirándolas en la televisión, en Internet, en todas partes.
  • Que no me sorprenda porque una ambulancia pase por mi lado, o un coche de bomberos, o la policía, o de que en la carretera huela a quemado y que mi cara siga sin expresar nada, exactamente como la de los demás, pensando sólo en que voy a llegar tarde.  

Seguramente hay mas cosas, pero ahora mismo no se me ocurren. Una mezcla de cosas buenas y otras no tanto, todas ellas no son mas que el resultado de vivir en esta ciudad, de ver la agotadora rutina de una manera diferente.

domingo, 13 de enero de 2013

M.

Esta es la primera y la ultima vez que escribo sobre ti, y sobre todas las veces que me lastimaste. Todas casi de la misma manera. Por quien llore casi la mitad de todos los días que pasamos juntos, eras también quien sabia como hacerme inmensamente feliz. Al que perdone un millón de veces. El mismo error y otros mas. Quien valía todo. Ese que me hizo creer que llorar todas las noches era normal. Con quien tuve mas de 3OO llamadas telefónicas y mil ilusiones juntas, porque así es como se disfrutan mas las emociones, todas juntas. Tuvo lo bueno y tuvo lo malo, ya paso 1 año 7 meses y aún no logro darme cuenta de cual obtuve mas. 

Después llego la noche mas fuerte, en la que yo iba a definir todo, me dolió hasta el alma dejarte, pero lo hice solo para ya no hacerme daño. Era yo alejándome del dolor, el dolor que me causabas, mentiras, y faltas de cariño, y con eso espero que sepas de quien hablo, porque yo, yo me moría por ti.


Y aún muriéndome te abandone, te abandone así como se abandonan los zapatos viejos.






Ya conté lo malo de nosotros, va lo bueno.
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¿Recuerdas? Nuestra historia echa canción.